Ciudad de México. Con el empleo de análisis genéticos y modelos matemáticos que toman en cuenta las características individuales de cada persona, investigadores del Cinvestav diseñan una herramienta metodológica capaz de establecer la dosis exacta en el empleo de inmunosupresores para pacientes trasplantados y evitar así el rechazo agudo que se presenta en cerca del 10 por ciento de los trasplantes.
“A partir de este modelo se podría tener una certeza efectiva al momento de determinar la dosis y el tratamiento completo con inmunosupresores, para evitar el rechazo de los órganos en el cuerpo de los pacientes”, sostuvo Gilberto Castañeda Hernández, adscrito al Departamento de Farmacología del centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav).
Con la prueba genética se conoce qué tipo de enzima tienen cada paciente y al integrarse al modelo matemático permite realizar una predicción exacta en la dosificación del inmunosupresor.
De acuerdo con el experto en farmacología, el método ahorra tiempo, evita complicaciones y disminuyen los rechazos, así se le da mayor calidad de vida al paciente, salvan más personas al disminuir los rechazos y optimizan los recursos del sistema de salud.
En el cuerpo hay una serie de enzimas que metabolizan los medicamentos, son proteínas con genes que presentan diversos grados de actividad, entonces, el paciente puede eliminar rápido o lento el agente inmunosupresor, por lo tanto, se debe encontrar la porción adecuada para cada paciente, dijo el científico en el marco del Día Mundial del Paciente Trasplantado que se celebra el 6 de junio.
Actualmente, la dosis de medicamento se determina o ajusta mediante prueba y error; sin embargo, el proceso es tardado y se producen complicaciones en el paciente, porque genera una incertidumbre que se traduce en un rechazo agudo en alrededor del 10.5% de los pacientes.
Detalló que México tiene mucha variabilidad genética, donde predomina el mexicano mestizo. Por esa razón la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) ya solicitó estudios para la población nacional, lo cual es sano porque no todos los grupos étnicos son iguales.
“Por ejemplo, la dosis que funciona en Alemania con el medicamento nifedipina, no es adecuada para los mexicanos, porque le provoca dolor de cabeza, taquicardia, lo pone rojo de vasodilatación y le va mal en general”, explicó Castañeda doctor en ciencias por la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica.
El reto será identificar a los pacientes con genes que metabolizan de manera importante los inmunosupresores como el tacrolimus y la ciclosporina y cuáles no. “En México hay de los dos y su proporción no es la misma a la descrita en Europa o en Estados Unidos, ni para los blancos, ni para los negros; entonces tenemos que encontrar nuestras propias actividades genéticas”.,
Se están realizando todos los estudios para finalizar con un algoritmo matemático que indique en cada persona, de acuerdo a su talla, edad, medicación, tiempo de trasplantado y de acuerdo a sus genes, cuál debe ser su dosis particular.
Con este modelo, dijo, reducimos la incertidumbre y a los pacientes les va mejor, pero sobre todo vamos a ahorrar dinero al sistema de salud, porque estas pruebas de acierto y error nos cuestan mucho”, señaló el especialista en la optimización de uso de fármacos en poblaciones especiales.
En México, una ventana de oportunidad es aplicar este sistema en niños ya que permite determinar el tratamiento inmunosupresor de manera exacta. El niño tiene un metabolismo especial, por su desarrollo, entonces al aplicar la herramienta metodológica que usa análisis genéticos y modelos matemáticos, se tendrán mejores resultados en todos los trasplantados, aseguró Gilberto Castañeda Hernández. Redacción MD